martes, 3 de abril de 2018

Manolo en Flandes/Manolo in flandes

Nuestro amigo y hermano Manuel Espejo nos ha relatado via wassap durante varios dias su vivencia de uno de los monumentos del ciclismo en carretera.


Tour de Flandes 1/5.
Mataró-Oudenaarde


Día de transición y reconocimiento. Por los pelos me libro de una detención en el aeropuerto por llevar tres bombas de aire comprimido encima (suerte q el del control es biker como nosotros, me guiña un ojo y a la basura, espero no necesitarlas estos días). Retraso del vuelo, tráfico denso en el transfer hacia el pueblo que va a ver doblar sus habitantes este fin de semana. Nos da tiempo a preguntar cuatro cosillas a Hector, un estudiante valenciano de viola que compagina el máster con sus salidas en bici. El sábado hace la larga junto con otros 8 miembros de la grupeta CICLORED,
de un total de unos 25 que vienen a pasar estos días por la biker-land por excelencia donde rodar y beber cerveza parece que son dos especialidades que se entienden perfectamente. Que si el chubasquero si o si, que si 6kg máximo delante y detrás. Compact, 11-28, Kapelmuur, Paterberg.... aficionados que lo viven....



El plan de hoy pasa por acomodarnos en el hotel y en la que será mi compañera de viaje estos días, una Eddy Merck con ultegra 105y con sus tres plato
Después de comer algo, montamos pedales, mínima ergonomia y a rodar los primeros 50 km para soltar piernas y conocer los muros de la zona donde además de calentarnos el sábado disfrutaremos de los pro’s el domingo.
Por cierto, algunas palabras clave a tener en cuenta para comunicarte con el pelotón,
“Lings”, paso por la izquierda  “Res” paso por la derecha “Autotegen” coche de cara que lo flipas como te metas.


Tour de Flandes 2/5

Ya aclimatados, hoy hemos entrenado el desayuno buffet q ha sido un escándalo. Con lo que he comido podía haber hecho una Brevet de 300 km sin parar jajaja. Al final un rodar suave por la ribera del río Schelde y se nota que el ambientillo va in crescendo. Muchos cicloturistas, fun zone llenas de caravanas y algún que otro equipo pro preparando el calenton del domingo.
Por la tarde visita al museo de Oudenaarde y la entrega de dorsales y brieffing previo al madrugón que nos espera para ir hacia Amberes donde empieza nuestra experiencia flanderiana de 235 km y un montón de muros de adoquín que te hacen temblar, aunque no sabes bien si es más por la falta de tracción o por la emoción de vivir una prueba mítica.



Tour de Flandes 3/5
Se suele decir cuando te pegas un madrugón de los buenos aquello de que las calles no están ni puestas. Hoy sabíamos que no era el caso, las teníamos todos bien presentes después de un par de días de reconocimiento, pero la ocasión de hacer la versión larga de las cuatro opciones que te ofrece la organización no es otra q emular a nuestros ídolos e intentar sentir lo mismo que ellos, a nuestro nivel, en un recorrido que en gran parte pasará por donde hoy hemos disfrutado en unos primeros 180 km/1000+ por campiñas, pueblecitos y zonas residenciales de baja densidad con mínimos enlaces por carreteras principales, que constantemente íbamos cruzando con la seguridad de tener a varios miembros de la organización en cada cruce. Pese a ser una cicloturista abierta en horarios de salida, en esta parte del recorrido la parte competitiva que yo imaginé era la de intentar llegar lo más castigado posible a la parte final, intentando así imaginar lo que seguramente pasará mañana con los palos y contrapalos de los pro’s intentando buscar la escapado buena. En nuestro caso y con 6000 de los 16000 inscritos saliendo desde Amberes lo hemos sustituido por ir enganchando de manera consecutiva a los percherones rodadores que tiraban de las numerosas grupetas que se iban haciendo. Los avituallamientos te daban un poco de respiro y mucho dulce, quizá demasiado y repetitivo en los cinco que hemos tenido en la versión larga. El único “pero” de una organización que ha sabido gestionar perfectamente este enorme pelotón.


Llegada a Oudenaarde a una buena media, un chaparrón testimonial para poner un punto más de tensión en el cuerpo antes de recorrer los últimos km’s acumulando el desnivel con la dificultad de la falta de tracción que te provocan los pavés belgas. Entre otros, Kapelmuur majestuoso y rápido de paso,  Koppenberg imposible por la caravana de intentonas, Oude Kwaremont famoso por la caída de Sagan y Cia. el año pasado y Paterberg como colofón final donde hechas el resto y pones tu mejor semblante para las numerosas cámaras que inmortabilizan una experiencia única de sensaciones que quedarán para siempre en el recuerdo.



Tour de Flandes 4y5/5

Domingo de fiesta mayor donde la llegada del pelotón profesional es el colofón de unos preparativos que esperan religiosamente en estos días de culto a la bicicleta.
Nos desplazamos a Amberes para ver la presentación de los equipos que ataviados con ropa impermeable y algo de abrigo lucen sus mejores galas por una interminable alfombra amarilla a los pies de la catedral, donde el speacker cuenta con la complicidad de miles de aficionados coreando y cantando el nombre de los lideres de los equipos. Los Belgas y un tal Peter se llevan los mejores aplausos.

Vuelta a Oudenaarde para vivir en directo desde el muro de Oude Kwaremont tres pasos de los chicos y uno de las chicas, donde la holandesa lleva una ventaja q le valdrá el título.
Ambientazo en la fun zone donde las hamburguesas, los bratwurts, las patatas fritas y las cervezas son parte de la fiesta a los pies de varias pantallas gigantes y donde cualquier ataque es buena excusa para vociferar a tus ídolos, saltar, cantar y sentirte definitivamente un flandrien más.



Hoy partimos para la impresionante ciudad de Gante, capital de la región, antes de embarcar para casa quedando un gran recuerdo de cómo se vive, pero sobretodo cómo se siente el ciclismo como una forma de vida.
Sin duda, lugar de peregrinaje para todos los que nos apasiona la bicicleta.







jueves, 5 de mayo de 2016

Es solo trabajo?/It´s only job?

Los cambios de formación en los grupos musicales són de los mas habitual. Diferencias musicales, de caracter, de dinero,etc...
Nada es sagrado ni nada es intocable...
Después de estado consternación por el cambio de vocalista en ACDC, lo más sorprendente es el cambio de bateria en las filas de Scorpions, James Kottak, por razones de salud...y obligado cambio han llevado al simpatico y contundente Mikke Dee, más conocido como bateria de Mothorhead durante casi 20  años y sin trabajo tras la muerte de nuestro querido Lemmy.
Quién dijo miedo?
Changes in training are musical groups of the most common. musical differences, character, money, etc ...

Nothing is sacred and nothing is untouchable ...

After state dismay at the change in ACDC vocalist, most surprising is the change of battery in the ranks of Scorpions, James Kottak, for health reasons ... and forced change have led to sympathetic and forceful Mikke Dee, better known as Motörhead battery for nearly 20 years without work after the death of our beloved Lemmy.

It's just work?

jueves, 26 de noviembre de 2015

Han llegado para quedarse/They are here to stay.

Han llegado para quedarse.
Hay una sere de imnovaciones técnicas que estos útimos años que han llegado para quedarse..
 Los grupos electrónicos, que aunque son caros, está claro que van bién. Pero lo que no tienen claro los puristas es que los frenos de disco, al igual que en otras especialidades, se van a imponer. Las marcas van a mandar en el mercado y  sus criterios y este va a ser uno ...

Dejando aparte los materiales y las incorporaciones técnicas que úsan los corredores profesionales, que está claro que usan lo que les ponen. El uso de los frenos de disco, cambios electrónicos, ruedas de 29 " etc...forman parte de una guerra de fabricantes, y el que no está al dia pierde cuota.






Tu decides..


They are here to stay.
There are a number of technical innovations that these final years that are here to stay .. The electronic groups, although expensive, it is clear that going well. But what are unclear purists is that disc brakes, as in other specialties, will be imposed. The brands will rule the market and its criteria and this will be one ...




Apart from the materials and techniques used by professionals additions runners, it is clear that use what they put. The use of disc brakes, electronic changes, 29 "wheels etc ... are part of a war of manufacturers, and that is not a day fee lost.

It's up to you..

martes, 18 de agosto de 2015

Llamame rarito/Call me freaky

Sir Bradley Wiggins, genio y figura como algún torero, siempre a demostrado ser un tipo distinto, tanto en lo ciclista como en el resto de cosas. Y desde tuviera sus más y sus menos con el equipo Sky, a sabido montarselo al margen conservando patrocinadores y montando un equipo continental profesional para jovenes promesas.




Su equipación me tiene alucinado, no soy el único ya que en la web de Rapha están agotadas...
Para eso es Campeón del mundo, medallista Olimpico y ganador del Tour de Francia,no?
Sir Bradley Wiggins, genius and figure as a matador, always proved to be a different kind, both rider and other things. And since had its ups and downs with the Sky team, known make outside sponsors and mounting retaining a professional continental team for young promises.

 Their equipment has amazed me, I'm not the only one since the Rapha website are out ...

That's what World champion, Olympic medalist and winner of the Tour de France, no?

viernes, 14 de agosto de 2015

Del Mediterráneo al Atlántico en una bicicleta clásica. Mataró–Finisterre.

 Del Mediterráneo al Atlántico en una bicicleta clásica. Mataró–Finisterre.

La idea de realizar un viaje en bicicleta de carretera revoloteaba con fuerza en mi cabeza desde hacía algún tiempo: poner rumbo al Norte para seguir el rio Loira en Francia, recorrer la Península sin dirección definida o tomar un ferri para explorar la Toscana. Tan sólo hace un par de años que disfruto de las ruedas finas (del mtb hace algún tiempo más), pero la sensación de deslizarse por el asfalto y de zarandear la bicicleta para aumentar la fuerza del pedaleo en busca de alcanzar la cota más alta de la carretera han calado muy hondo en mi corazón. Una aventura de varios días avanzando por el mapa se presentaba cómo la forma perfecta de aprovechar mis días de vacaciones. A la vez, anhelaba repetir la experiencia del Camino, de seguir la ruta celta de las estrellas hacia poniente en busca del Ocaso del Sol que esconde los misterios del Cosmos (teoría del origen pagano del Camino). El Camino de Santiago, a pesar de estar muy trillado es una aventura que te permite evadirte del paso del tiempo y expulsar los malos espíritus acumulados durante el año.


Mataró 28 de Julio de 2015. Km 0.

Dos en uno. Cuando realicé la ruta Jacobea en el año 2013 en bicicleta de montaña tuve la sensación de ir constantemente pegado a la carretera, así que hacer el cambio de medio no sería una transgresión demasiado grave. Aprovechando la experiencia, la planificación necesaria sería muy poca, tan sólo replantear el equipaje escogido en la otra ocasión y estudiar la aproximación. Dada a la ventaja de viajar por carretera, alargaría el recorrido saliendo de la misma puerta de mi casa en Mataró y terminaría con la prolongación propia del Camino, Finisterre. Del mar al océano. También decidí dejar mi bicicleta habitual en casa, pues una recomendación para el bicigrino es no llevar una montura demasiado atractiva para los amigos de lo ajeno. Me declaro amante del ciclismo clásico y usuario urbano de bicicleta antigua. Con la ayuda de mi amigo Iván de la tienda FixieVallès del Masnou (antes se encontraba en Sant Celoni) pude poner mi bicicleta Massi antigua a punto y sustituir algunas piezas deficientes que me habrían dado problemas a lo largo de los quilómetros que me aguardaban. En vez de alforjas, preferí llevar mochila con lo mínimo indispensable. Ciñendo el cinturón podría descargar el peso en la cadera y liberar la espalda evitando empeorar la estabilidad de la bicicleta (además montar y desmontar las alforjas es un quebradero de cabeza).

La Massi Turbo en la tienda Iván. Fabricadas en Granollers. Cuadro de acero, cambio Shimano SIS de 7v, ruedas Mavic 190 FB de aluminio y pedales de montaña por mayor comodidad de las zapatillas. Los puentes de freno los sustituimos por unos nuevos más fiables.

Con el deber de aguardar a resolver unas gestiones importantes, decidí el día de partida más temprano posible: el martes día 28 de Julio, en plena Fiesta Mayor de Mataró. La noche anterior pude disfrutar de los fuegos artificiales. Las escasas horas de sueño estuvieron amenizadas por las coblas que tocaban en frente mismo de mi casa a las 2 de la mañana. A las 6:30 bajaba las escaleras acompañado de mi madre que me despidió con algo de dinero inesperado y el típico “come bien estos días”. En ese momento debo reconocer que estaba desconcertado. Había estado forzando la bici por la Collada de Parpers y la Nacional, pero no tenía la seguridad que no fuera a explotar en cualquier momento, y la mochila aun siendo más ligera de 4 kg lastraba más de lo que esperaba. A pesar de los temores, enganché el pedal derecho y me impulsé para arrancar la máquina que sería mi acompañante durante un número indefinido de días. El primer paso estaba dado, solo era necesario tomar rumbo a Montserrat. El viaje empezó cómo muchas otras salidas de entrenamiento, tomando la carretera del Cros a Argentona y subiendo a Parpers. Al cruzar el cartel del Vallés Oriental y dejar el Maresme me sentí cómo Sam cuando le llama la atención a Frodo al abandonar La Comarca.

“Frodo: Vamos Sam; recuerda lo que Bilbo solía decir: es peligroso cruzar tu puerta. Pones tu pie en el camino, y si no cuidas tus pasos nunca sabes a donde te pueden llevar.”

Mi idea era ir decidiendo la ruta día a día. No obstante, por motivos personales tenía intención de llegar a Monreal a la 4ª jornada (a 10km de Pamplona). También debía pasar por la Oficina Parroquial de Montserrat para conseguir la Credencial, un pasaporte para identificarte cómo peregrino y poder hacer uso de los albergues (también se puede pedir con antelación por correo, pero soy un procrastinador). Según el track consultado debería recorrer unos 97 km antes de atacar el puerto. La combinación de carreteras era un poco complicada aún con la ayuda del GPS del móvil, que ha resultado ser indispensable a lo largo de la travesía. Mis ciudades de referencia eran Mollet del Vallès, Sabadell y Terrassa. En todas ellas debí parar varias veces a mirar el mapa por la dificultad de seguir las carreteras que se desvanecen al cruzar los núcleos urbanos. En Sabadell perdí una gran cantidad de tiempo, pues los semáforos están sincronizados con mucha maldad. Según observé en los mapas consultados, una vez pasada Terrassa tomando la C-58 las combinaciones serían más sencillas hasta el mismo Santiago. No me critiquéis, no soy muy ducho en orientación.
Tomando un giro amplio a derecha que reseguía un talud pude ver aparecer ante mí el imponente macizo rocoso. Esa visión me dio un subidón de adrenalina y me animó para agilizar en el avance por el constante sube-y-baja de la C-58, alegrado por los amables camioneros que trataban de acompañarme con sus cercanos y turbulentos adelantamientos. Una vez en Monistrol de Montserrat realicé una breve parada para estirar y reponer sales (Coca-Cola) antes de empezar la escalada. Me alivió ver en el móvil que el perfil es más llevadero que los que solemos hacer en el Montseny. A pesar de ello, la subida se hizo dura pues al cassette de 7 velocidades le habría faltado una corona con algunos dientes más.

Mi primera ascensión a Montserrat en bicicleta.

Una vez arriba, sorteando la gran cantidad de turistas, me dirigí a la parroquia del Santuario (después de muchas vueltas, resultó estar al lado mismo del Monasterio). Allí los encargados de acoger a los peregrinos fueron muy amables y me permitieron hacer constar Mataró cómo mi ciudad de partida y dejar el primer espacio para sellar en blanco. También me asesoraron para seguir con mi ruta y me ofrecieron quedarme en el albergue (por cierto, el albergue de Montserrat es gratuito para los peregrinos). Este es un buen punto para explicar la ruta hasta Santiago. Por si a alguien le viene de nuevo, lo que todo el mundo conoce por el Camino de Santiago, que va de Sant-Jean-Pied-de-Port a Santiago de Compostela, es el Camino del Francés, donde confluyen todas las rutas de Europa antes de cruzar los Pirineos. No es el único, pues los antiguos peregrinos que habitaban en la Península no eran tan frikys como para alejarse de la ciudad del Apóstol para tomar la ruta más famosa. Lo lógico era buscar el camino más directo y más fácil. Así tenemos el Camino Catalán, el Camino Aragonés, la Vía de la Plata… Dicen que el más duro es el Camino del Norte por el País Vasco, que me queda pendiente para hacer por carretera. Para la ocasión, tomé el Camino Catalán que parte oficialmente de Montserrat para empalmar con el Camino Aragonés cerca de Jaca y en Puente la Reina con el Camino del Francés.
La gran decepción del día fue descubrir que la carretera que partía del Monasterio hacia Santa Cecília e Igualada no era un descenso de los guapos sino una carretera que seguía ascendiendo aderezada con viento de cara. Aun así, con 162 km en el velocímetro pude llegar poco antes de las 15 horas a Jorba, fin de tapa objetivo del primer día. El albergue no habría hasta las 18h, por lo que pude estirar y almorzar en el Bar “La Gallega”. La espera a la apertura del albergue fue amenizada por un curioso furgón de venta ambulante fruta: “Ha llegado ¡EL FRUTERO! Frutas y verduras, en la puerta de tu casa. Pruebe el rico melón manchego […].”

A falta de batidos de proteínas, buena es una butifarra con patatas.

En el Albergue Parroquial Sant Jaume el párroco Enric fue muy amable y me permitió guardar la bici dentro del edificio. Esa noche compartí el albergue solamente con otro peregrino, un profesor de secundaria de Lugo que resultó ser todo un veterano de los diferentes caminos. Jorba, a pesar de ser pequeña, dispone de un supermercado Bon Àrea dónde pude reunir lo necesaria para la primera cena.
El miércoles 29, a las 5:30 cruzaba el umbral del albergue ya con las patas de madera y los nuevos cayos en el culo que empezaban a tomar forma (gajes del cambio de sillín). La noche anterior había estudiado las carreteras y a pesar de que el Camino original pasaba por Lleida, la única opción era una autopista con acceso vetado a las bicicletas, problema que volvería a encontrar en Logroño y en el mismo Santiago. Por suerte, una carretera alternativa que partía de Tárraga me permitió esquivar esta ciudad y seguir mi rumbo hacia la Comunidad de Aragón. Pude pasar por Cervera, destino que tantas veces he oído anunciar en la Estación de Sants de Barcelona. La C-53 seguida de la C-26 que van de Vilagrassa a Alfarràs es la carretera más perfectamente llana que he recorrido jamás. Ya con las reservas de barritas agotadas (tenía la utópica esperanza de ir adquiriendo más en las tiendas de deportes de las ciudades que cruzara), empecé la que sería la costumbre de asaltar gasolineras y colmados en busca de fruta y powerade. A media mañana, por fin alcancé la frontera con Aragón, delimitada por un acueducto de piedra.

La frontera con Aragón. Esto se pone serio.

Con el cambio de Comunidad, la carretera cambia de nombre a A-140. ¿A de Aragón? Esta jornada pretendía terminar en Monzón, más al llegar a esta ciudad y buscar información del albergue, descubrí que sólo había un hotel. La siguiente etapa de caminante se encontraba a 23 km y se apartaba de la carretera principal: Berbegal. Había un teléfono de contacto así que llamé para asegurarme que estuviera abierto, pues había comprobado que el sistema de refugios fuera del Camino del Francés no era tan polivalente. Dije que esperaba llegar en una hora cómo mucho, a lo que me respondió que contara un poco más y que me esperaría en la piscina del pueblo. Ya tranquilo por tener el alojamiento asegurado, tomé el desvío de la Nacional por la carretera rural, que no hacía más que subir y de nuevo tuve que sufrir el incordio del viento de frente y el calor de las 13:30. La sorpresa fue descubrir que Berbegal es una ciudad medieval en lo alto de una colina similar al Mont Saint-Michelle, con una subida a base de rampas importantes. Ese día, tuve la extraña experiencia de disponer del albergue para mí solo. Paseándome por el pasillo, haciendo uso libre del baño y ocupando despreocupadamente toda la cocina.
El jueves día 30 partí un poco más tarde porque, cómo comenté, tenía intención de pasar en Monreal el 4º día y esa meta parecía asegurada salvo imprevisto. Sin contar el pequeño incremento de recorrido por carreteras rurales, con parajes más pintorescos que los de la Nacional, el recorrido hasta la ciudad de Huesca fue bastante tranquilo y sin contratiempos. Allí pude tomar un buen desayuno antes de finiquitar el capítulo del Camino Catalán a través de la preciosa A-132 entre Huesca y Puente la Reina de Jaca (diferente del Puente la Reina del Camino Francés). Esta carretera transcurre paralela al Rio Gállego y una curiosa cordillera llamada los Mallos de Riglos.

Parada en la A-132 en la provincia de Huesca.

La carretera también cruza por un pantano a través de un puente de forja antiguo. Pasada Salinas de Jaca, la carretera empieza a picar para arriba hasta el puerto de Santa Bárbara, dónde tuve encuentro con la niebla y las primeras lluvias.

Encontrarte con la niebla y haber perdido la luz roja. Mal negocio.

Al fin en el Camino Aragonés, tomé la decisión de retroceder en éste 6 km hasta Santa Cilia a cambio de evitar desviarme de la carretera más principal para llegar a Arrés, fin de etapa natural de los peregrinos a pie. En un pueblo con mala cobertura telefónica y un albergue sin supervisión, tras esperar un buen rato decidí hacer uso de las instalaciones y darme una ducha. Finalmente conseguí contactar con la pareja de la encargada que me dio permiso para acomodarme a mi antojo. La  anécdota del día es que al llegar al albergue, vi salir de éste a un peregrino un tanto desaliñado que incluso dejó unas botas en la entrada. No volvió a aparecer por la noche ni por la mañana, así que volví a tener el albergue para mí solo. En el comedor había depositados unos libros gratuitos de un interesante profeta colombiano que afirmaba ser usuario habitual de los viajes astrales: “Hercólubus o Planeta Rojo”, por V. M. Rabolú. Gracias a él ahora soy consciente de la inminente aniquilación de la tierra, que será castigada por hacer experimentos nucleares en el océano, por creer en la soberbia de la ciencia y por permitir la homosexualidad. Avisados quedáis.
En el noticiario, advirtieron de la aproximación de unas lluvias con las que ya contaba. Con lo que no contaba era con 30 mm/h y un bombardeo de relámpagos. El castigo divino de Hercólubus había llegado. Cómo la previsión del tiempo aseguraba que la lluvia empezaría por la mañana, el viernes 31 hice la apuesta de salir a las 4:00 de la mañana. A pesar del esfuerzo, cuando llevaba 10 minutos se abrió de golpe el grifo y empezó la contrarreloj individual de mi vida. Con 80 km de tormenta y agarrado de la curva de abajo del manillar, logré llegar a Monreal antes de las 7:00 para despedir a los peregrinos menos madrugadores. Por suerte, la encargada del albergue me permitió hospedarme a pesar de considerarme un estúpido. Misión cumplida. Ese día pude recuperar fuerzas en compañía de algunas de las personas más divertidas que conocería en el viaje, Alejandra y Santi. Pasamos la tarde celebrando una reñida Liga del Juego de la Oca (que por cierto, éste podría tener cómo origen la representación del Camino, pues los Templarios empleaban ocas cómo) y tratando de adivinar películas por medio de la mímica. Para los más chismosos, el asunto personal que me atraía a Monreal era encontrarme con toda una campeona pamplonica del mundo de la pista que acostumbra a participar en las competiciones que se celebran en el Velódromo de Horta.
A medida que pasaba el día, la tormenta fue empeorando hasta que la Guardia Rural nos advirtió que algunos peregrinos debieron ser rescatados. Para secar la ropa, aprovechamos unos radiadores eléctricos y una estantería metálica para apañar una secadora. También descubrí el truco de rellenar el calzado con papel de diario para secarlo. La cena fue amenizada por la coral del pueblo, que acudía al aula del albergue para practicar la estrofa que más les costaba, el del Alléluia.
A unos 30 km de tomar el Camino del Francés, el primer día de Agosto tomé rumbo a Puente la Reina acompañando hasta la carretera a los amigos que dejaba atrás. El objetivo era Nájera, pues aunque recordaba el albergue de Logroño con cariño me pareció inapropiado repetir etapa. Es bueno descubrir lugares nuevos que puedan aportarte cosas nuevas.

Al fin en el Camino del Francés.

Del Camino son famosas las flechas amarillas que indican el supuesto trazado del Camino tradicional. Cómo imagináis, para los que nos da por ir de peregrinaje con ruedas finas eso no es válido. No obstante, la breve ilusión de encontrar señalización específica del Camino por carretera fue gratificante (hasta que descubres que éstas tratan de mandarte para la autopista). Con la vuelta del buen tiempo, la ruta del día se vio acompañada de interminables campos de girasoles. También pude encontrar los primeros compañeros bicigrinos, aunque lastrados por las alforjas sobrecargadas y las ruedas de montaña llevaban velocidades muy inferiores. Con el tiempo transcurrido, la mochila había pasado a formar parte de mi morfología, igual que la geometría de la bici se había vuelto familiar. Cambiar con las palancas del cuadro ya era un acto reflejo. El primer contratiempo mecánico resultó ser que el pedal izquierdo se había aflojado por el roce con la zapatilla. Apreté cómo pude la rosca de la biela (los pedales se aprietan con una llave allen de diámetro considerable). En Logroño encontré una tienda de bicicletas, dónde paré para comprar una luz roja y pedir que me lo apretaran. Tuve un fuerte desencanto cuando el vendedor me respondió que el problema no era el roce con la zapatilla, sino que la bici era una mierda y las bielas muy viejas y no eran de la rosca correspondiente (falso). También me dijo que con los peregrinos te encuentras cualquier cosa, vamos, que somos la peste. A pesar de sus elogios, amablemente me forzó el pedal que resultó estar desviado del eje de la biela hasta quedar fundidas ambas roscas. Al menos el apaño funcionó. Por si queréis disfrutar de los servicios de éste señor, acudir a la tienda VINI VIDI BICI de Logroño, distribuidor oficial Scott.
El siguiente contratiempo fue la falta de una carretera ciclable entre Logroño y Navarrete (a no ser que te la juegues en la autopista), segmento necesario para llegar a Nájera. Ese día tocó hacer ciclo-cross por caminos agrícolas con partes de tierra y otros de asfalto añejo castigado por la pesada maquinaria agrícola. Salvada esta parte pude llegar a mi destino del día sin más dilaciones justo a la apertura del albergue municipal. Allí mi equipación del Mataró empezó a causar efecto. Cada día, al menos 4 personas distintas me han preguntado si provengo de dicha ciudad y me han explicado sus conexiones con ella. ¡Mataró tiene poder! También conocí a tres personas con las que pude compartir la jornada y la cena: Pilar, Resu y Oscar.
Sin saberlo, con 665 km había alcanzado ya la mitad en jornadas de mi camino hasta el Fin del Mundo.

Parte 2
POSTUREO DEL CAMINO
·         Guerra de enchufes para poder recargar la batería del móvil. El que lleva un ladrón es el rey del albergue.
·         Los ciclistas se creen que están corriendo el Tour.
·         En bicicleta no tiene mérito, en las bajadas uno no se cansa.
·         El Camino de Santiago es todo llano.
·         Si haces menos distancia que yo eres un turista, si haces más te lo tomas cómo una competición y te lo estás perdiendo.
·         Hacer amigos en el albergue para compartir la cena o la ficha de la lavadora.
·         Dormir escuchando música con auriculares para no oír la sinfonía de ronquidos.
·         Reunir sellos en la credencial cómo si fueran una colección de cromos.
·         Alemanes haciendo ruido con bolsas de plástico a las 4 de la mañana.
·         Coreanos ninja que van totalmente cubiertos de negro y no hacen ningún ruido al levantarse.
·         La mochila no se puede poner sobre la cama.

El domingo 2 de Agosto se planteaba cómo un reto. Burgos se hallaba a poco menos de 100 km de distancia; pasada ésta ciudad las carreteras se alejaban del Camino y no se volvían a encontrar hasta  Carrión de los Condes. Obviamente opté por la opción larga a pesar de avanzar 175 km, la que sería una distancia récord para mis piernas. Salí a las 5:20 de la mañana. A esa hora hacía tanto frío que no era capaz de calentar las piernas. Aun tirando de molinillo los músculos permanecían en frío. Entretanto, crucé la frontera entre La Rioja y Castilla y León. Paré a desayunar en el Bar El Paso en Belorado, dónde recibí una divertida acogida. A las 7:00 de la mañana los habitantes estaban ya alarmantemente contentos. Fui víctima de un exasperante número de jugarretas inocentes cómo encontrarme la bicicleta llena de candados o tener que buscar el café que me habían escondido. “¿Por qué coño no te compras un coche?“ También pude alimentar mi ego al verme objeto del flirteo de las chicas del pueblo, yo que en Mataró no me como un rosco.

De saberlo, el día antes quizá pasaba de Nájera y tiraba un poco más hasta Belorado.

Tras la dosis de cafeína y algo de azúcar en las venas pude seguir hasta Burgos dónde puse el sello intermedio y abandoné la posibilidad de hacer etapa corta.

Foto de guiri en la catedral de Burgos.

Pasado Burgos encontré un par de puertos en lo que teóricamente era un tramo completamente llano. En el primero pude disfrutar de un pique con un ciclista de la zona, al que le cogí rueda y ataqué a escasos metros de la cima para llevarme el KOM. Al menos pude disfrutar durante un tiempo de compañía en el que estaba siendo un viaje muy solitario por el duro asfalto. A 40 km de Carrión de los Condes, paré en un pueblo llamado Padilla de Abajo dónde me tomé un helado (algunos días encontrar fruta era tarea imposible) para afrontar el final. El Apóstol me recompensó por vencer las tentaciones de Belorado con 35 km de intensos sube-y-baja con un viento horrible. Llegué con un buen pajarón al albergue de Santa Maria del Camino, dónde fui muy bien acogido por las hosteleras francesas. Ese día todas las tiendas estaban cerradas, así que no había otra alternativa que ir de menú. Pude disfrutar de un almuerzo elaborado con un bacalao buenísimo cómo plato fuerte, buena dosis de proteína para el cuerpo. Ese día también conocí a Renoir, un chico alemán de nombre francés de sólo 17 años que estaba recorriendo en solitario el Camino a pie.
El lunes siguiente (3 de Agosto), tras la paliza del día anterior decidí tomármelo con calma hasta Astorga, una bonita ciudad Monumental que puede enorgullecerse de tener una obra de Gaudí, el Palacio Episcopal. El viaje transcurrió sin contratiempos hasta León, dónde empecé a notar un poco de molestia en el gemelo izquierdo. Invertí una buena cantidad de tiempo en visitar León y otra más anduve perdido hasta poder retomar la Nacional. Pasando por Villadangos del Páramo, nombre que me resulta muy divertido, decidí parar pues la molestia en el gemelo seguía a pesar de haber parado varias veces a estirar. Allí la hostelera se sorprendió de que parara temprano porque “la gente que salía de León solía llegar hacia las 6 de la tarde”. A pesar de ello, había recorrido ya 137 km. Con tiempo suficiente, pude limpiar la ropa, hacer la compra y descansar para atacar al día siguiente la Cruz de Ferro.

Viajar ligero de equipaje implica lavar cada día.

Para que veáis una cocina típica de albergue.

Consejos higiénicos en el baño.
Una desventaja u oportunidad, según quieras ver, de viajar en bici es que cada día te despides de la gente que conoces para no volver a encontrarlos. En un día cubres cómo poco cinco etapas de los peregrinos a pie. Lo bueno es que si éstos no te caen bien no los volverás a aguantar y conocerás más gente diferente. La tarde en Villadangos decidí repetir la gesta de hace dos años de coronar el mismo día los dos puntos más altos del Camino, la anteriormente mencionada Cruz de Ferro y el puerto de O’Cebreiro con los siguientes mini puertos que dan paso a Galicia. Con otros 170 km en mente y el cuerpo fresco, fui a dormir temprano con la idea de llegar a Santiago en los próximos dos días.

El martes 4 volví a partir a oscuras a las 5:20 para poder llegar al ascenso de O’Cebreiro antes del calor. Además, me hallaba a tan sólo 6 km de alcanzar los 1000 km de viaje. Como capricho del destino, a los 5 km mientras cruzaba un polígono a las 5:30 de la mañana alumbrado únicamente por mi frontal, se me apareció de golpe un bordillo que ocupaba todo el arcén. A una velocidad de unos 40 km/h me lo comí de lleno, aun pudiendo pilotar la bici sin dificultades y sin ningún daño físico. Eso sí, la rueda delantera absorbió todo el daño. El aro quedo doblado como una patata pringle y en el lugar del golpe quedó una abolladura irreparable. También la cubierta y la cámara habían quedado rajadas. Necesitaba una rueda nueva y por suerte en Astorga, a 10 km había un taller de bicis que abría a las 10:00 de la mañana. Cambié la cámara para recorrer con mucho cuidado la distancia hasta la ciudad (sobresalía por el lugar del golpe) y poder pedir refugio en el albergue municipal las 4 horas restantes hasta la apertura de la tienda. Pude descansar en un banco abrigado con el saco fino mientras el hostalero insistía en despotricar de Artur Mas y explicarme las nefastas consecuencias de una posible independencia para Cataluña.
 

Rueda y cubierta para la basura. Por suerte, Roberto de Bicicletas Roberto fue extremadamente amables y tenía exactamente lo que necesitaba: una rueda Weinmann económica para poder proseguir mi travesía.
Una vez abierto el taller, pude tranquilizarme al descubrir que en breve podría reanudar mi marcha. Mi camino sólo se abría retrasado unas horas y el coste económico de la avería sería bastante razonable. También adquirí unas perneras que sin saberlo me salvarían de morir congelado en Galicia.
Una vez repuesto, puse el plato grande y ascendí hasta la misma Cruz en muy buen tiempo. Pude cumplir uno de los caprichos pendientes del Camino: descender la cumbre de Manjarín en bicicleta de carretera, unas rampas brutales sin guardavías dónde a poco de soltar el freno la bici alcanza una velocidad de 80 km/h.

La Cruz de Ferro, a 1504 m de altura, se considera el punto más alto del Camino.
Ya en Ponferrada, con todos los pelos estirados para atrás, tomé un emparedado rápido a modo de almuerzo para afrontar el segundo reto del día. Siguiendo una carretera Nacional en muy buen estado, probé de copiar a Peter Sagan con los antebrazos apoyados en el manillar cómo si agarrara los cuernos de una bicicleta de contrarreloj. Así finalmente alcancé las cuestas del puerto de O’Cebreiro. Escogí la carretera que sube hasta Pedrafita de O’Cebreiro a lo largo de 16 km, ya que la carretera antigua hace lo mismo en la mitad de recorrido con rampas de entre el 11 y el 16 %. Con el accidente de la mañana ya llevaba suficiente castigo. Poco a poco y con los bidones cargados de agua pude coronar sin problemas para mi propia tranquilidad. El día estaba salvado.

Subir O’Cebreiro es sólo una parte, el puerto de San Roque y el Poio aguardan para darte una sorpresa.
Pasado el alto do Poio me encontré con un grupo de tres bicigrinos que viajaban en bicicletas de ciclo-cross. Así pues, pude disfrutar del descenso acompañado de este curioso grupo y reponer fuerza en los breves ascensos cogiendo rueda de mis efímeros compañeros. En Triacastela no había sitio, así que el siguiente albergue se encontraba a tan solo 5 km. En Samos sí pude obtener una cama, en un pequeño pueblo precioso que desearía volver a visitar con más tranquilidad.

Mis amigos de ruedas intermedias en la puerta del albergue de Samos, una chica gallega y dos norteamericanos.

El objetivo del día siguiente sería finiquitar la parte más masificada y comercial del Camino, el tramo que une Sárria con Santiago y el mínimo indispensable de 100 km para obtener la compostelana. Siguiendo el camino antiguo sólo quedaban 106 km, pero por las carreteras esa distancia se incrementaba en unos 35 km, además del consabido carácter rompe-piernas de Galicia. En el albergue no estaba permitido salir hasta las 7:00, aunque el día anterior aprendí la lección de no salir antes de las 6:30 para poder pedalear con la luz del alba.
Llegó el miércoles 5 de Agosto, día en que esperaba alcanzar la capital Jacobea y poder así realizar mis peticiones al Apóstol. Pude abandonar el albergue antes de las 7, para rodar un poco y desayunar en Sàrria, inicio oficial del turigrino. En Galícia también descubrí la niebla de las mañanas. A poco que subas de cota por una carretera boscosa te encuentras de lleno en un mar espeso de frío, humedad y poca visibilidad.

Aún en verano, estate preparado para calarte de frío.

La geografía gallega es perfecta para entrenar en ascensos y subidas. No hay término medio, o te encuentras escalando largas cuestas o descendiendo acoplado al cuadro. Los bosques de eucaliptos que acompañan estos desniveles amenizan los esfuerzos. Esta etapa se vio alegrada por la compañía del primer bicigrino de ruedas finas en 1200 km de recorrido, Marcos de Milán. Un auténtico fanático de la marca Cinelli. A pesar de llevar una bicicleta más moderna que la mía, se veía lastrado por unas alforjas muy cargadas. Fue de agradecer recorrer los últimos 80 km al fin en compañía afín para poder comentar las dificultades de algunos tramos de asfalto, criticar a los conductores y comentar el Tour y el pulso entre Quintana y Froome. La etapa resultó ser más larga y dura de lo esperado. En palabras de Marcos, el tiempo era weird, uno no sabía si quería llevar la chaqueta o no. Finalmente, tras dar un buen rodeo por carreteras auxiliares para evitar la autopista y los caminos impracticables para nuestras bicis descendimos Vilamayor para adentrarnos por fin en Santiago y tratar de guiarnos por las conchas estampadas en el suelo hasta la Plaza do Obraidoro. Dada la cantidad de turistas y las calles de sentido prohibido terminamos dando rodeos hasta alcanzar la catedral a las 14:30.

En Santiago junto con Marcos. Miércoles 05 de Agosto de 2015, hora zulú 14:30.

Tras dar una vuelta, recoger las compostelanas y estirar los músculos, pudimos ocuparnos de buscar refugio. Los albergues más cercanos al centro de la ciudad estaban completos así que nos dirigimos al Seminario Menor la Asunción, una especie de fortaleza en lo alto de un parque a unos 10 minutos andando de la catedral. Allí debimos esperar un buen rato cuando cerraron las puertas de la recepción deteniendo momentáneamente el ingreso de huéspedes (parece ser que hicieron una pausa para ordenar el dinero en metálico) para descubrir que sólo quedaban disponibles habitaciones individuales a 15€. A las 17 horas tras recorrer el gigantesco edificio a través de sus amplios pisos, pude descargar los bultos y preocuparme del almuerzo. En ese punto me  despedí de Marcos para seguir cada uno su vía y empecé a preocuparme de reponer fuerzas para poder alcanzar el objetivo final de mi viaje. Mientras tomaba una hamburguesa en las cercanías de la fortaleza del Seminario Menor pude ver que el trazado de la carretera hasta Cee era una especie de cuña ligeramente separado del trazado original del epílogo del Camino. El único punto cercano sería la población de Negreira.
Para la nostalgia:

Santiago, día 28 de Julio de 2003, mi primera peregrinación desde Ponferrada a pie con mis padres a los 11 años.

Día 16 de Julio de 2013, desde Roncesvalles en bicicleta de montaña.

Día 05 de Agosto de 2015 desde casa por asfalto en bicicleta clásica. Con cara de petado.

Cuando sonó el despertador el jueves 06 de Agosto me invadió una sensación de trascendencia. A falta de menos de 100 quilómetros completaría un recorrido de cerca de 1400 cruzando la Península de costa a costa. Hasta el momento había tenido pocos sobresaltos (solamente uno a destacar) y ningún daño físico o enfermedad. Con un poco de suerte, la aventura podría completar su epílogo con final feliz. Como cada mañana, me acoplé la mochila prácticamente empacada de la noche anterior y me abroche la cremallera de mi maillot talismán recuerdo de mi hogar y de las personas que con interés me habían estado mandando sus ánimos (no soy mucho de publicar mi vida en las redes, pero viendo la acogida positiva que tenía éste viaje me pareció que podría hacer una excepción). Volví a recorrer los interminables pasillos y escaleras del Seminario con el casco bajo la axila. Unos minutos después me encontraba atrapado en una autopista urbana que constaba en el mapa cómo una carretera convencional. Superadas las dificultades de abandonar Santiago, pude volver a disfrutar de los continuos ascensos y descensos gallegos y de su misteriosa niebla. Sin prisa pero sin pausa, empezaron a invadirme los recuerdos de éste viaje tan concentrado, de algunas dificultades y de cómo la fortuna había estado de mi lado. También tenía el deseo de volver a ver el mar, pues cómo hombre de costa hacía 10 días que no podía contemplarlo. Alargando un poco la ruta, podría haber tomado las carreteras del Sur que recorrían el litoral paralelas a las rías y quizá de menor desnivel, pero eso me habría alejado aún más del trazado tradicional. Me pareció que si el reencuentro se producía a mayor cercanía del destino sería más apasionante. Otra observación de la etapa fue comprobar cómo los gallegos no están muy acostumbrados a la convivencia con los ciclistas, pues disponiendo de dos carriles para adelantar en las cuestas prefieren rebasarte a escasos palmos, incluso en algunos casos invadiendo parte del arcén. Las carreteras escogidas fueron la AC-546 prolongada con el nombre de AC-441 hasta Berdoias, dónde se encuentra el cruce en forma de vértice que permite redirigirse rumbo al Suroeste con la población de Cee cómo punto de referencia. Por fin en Concubión se me apareció un aperitivo del Atlántico en forma de golfo enmarcado por la niebla.

¡Mar a la vista! La pintoresca ciudad de Concubión.
Recorriendo la escarpada carretera costera volví a verme acompañado de peregrinos a pie, algunos con evidente envidia al verme descendiendo a tumba abierta con escaso esfuerzo físico. Los últimos quilómetros se hicieron bastante largos, pues ignorando ya mi pulso y la prudencia de no superar mi lindar anaeróbico, tiré de todas mis fuerzas por la infinita cuesta hasta el faro de Finisterre. Y finalmente llegué. Esquivando el embotellamiento de los conductores ansiosos de aparcar y los turistas absortos en su paseo, saludando a los peregrinos algunos de los cuales habrían realizado la gesta de recorrer una distancia similar a la mía sin la ventaja de las ruedas finas. Descalé justo al arranque de la escalera que bajaba al cabo rocoso. La Massi me había permitido viajar desde casa, los últimos metros la llevaría yo a cuestas en agradecimiento de su dedicación en nuestra empresa. Ignorando las risitas de los transeúntes que esperaban ver si resbalaba y me caía con la bici al hombro, pude contemplar el paisaje que tanto había fascinado a las gentes en los tiempos del medievo. Cómo clausura de ésta aventura, pude obtener la fotografía que llevaba en mente desde hacía un par de días, alzando a mi ahora tan valiosa compañera ante el Fin del Mundo.

Finis Terrae, km 1384.

No quemé las zapatillas porque son de mi hermano y le prometí que se las devolvería en buen estado.
De regreso al pueblo de Finisterra obtuve el penúltimo sello (el último sería el primero, el de Mataró) y descubrí que quien viaja de Santiago hasta allí obtiene el certificado de la Finisterrana. Para regresar tomé el autobús de las 15h a la estación de Santiago con media hora para hacer transbordo con el autobús de las 17 horas a Barcelona, trayecto que transcurre a lo largo de unas 15 horas con tres descansos de media hora.


Los sellos de mi credencial.

ETAPAS:
28-07-2015: Mataró – Jorba (162 km)
29-07-2015: Jorba – Berbegal (164 km)
30-07-2015: Berbegal – Santa Cilia de Jaca (125 km)
31-07-2015: Santa Cilia de Jaca- Monreal  (80 km con tormenta)
01-08-2015: Monreal – Nájera (135 km)
02-08-2015: Nájera – Carrión de los Condes (175 km)
03-08-2015: Carrión de los Condes – Villadangos del Páramo (137 km)
04-08-2015: Villadangos del Páramo – Samos (171 km)
05-08-2015: Samos – Santiago de Compostela (141 km)
06-08-2015: Santiago de Compostela – Finisterre (93 km)

Este viaje me ha permitido disfrutar de mi afición al ciclismo a la vez que he disfrutado la experiencia de ver cómo avanzaba poco a poco sobre el plano y cómo cambiaba el paisaje entre las distintas provincias. Ha sido una aventura muy positiva tanto en el campo personal cómo el deportivo. También tuve la oportunidad de conocer mucha gente interesante. Por otro lado, me ha servido cómo banco de prueba para futuros viajes más ambiciosos y con mayor planificación. A ser posible, compartidos con otras personas de intereses afines. No se trataba de un reto de ningún tipo, pues las facilidades que ofrece el Camino restan cualquier mérito por las numerosas facilidades que ofrece. Lo recomiendo a cualquier persona que necesite poner un punto y aparte en su vida o simplemente quiera encontrar tiempo para reflexionar; yo lo necesité en la ocasión del 2013. Finalmente, espero que esta lectura pueda haber aportado algo positivo a los interesados y os deseo un ¡Buen Camino!
Gabriel Romero.